Otros - Publicado el 27 de mayo de 2020

¿Por qué nos convencen más las fake news que la información científica?

¿Por qué nos convencen más las fake news que la información científica?

Los inventos, la proliferación de noticias para confundir o dañar a alguien han existido siempre, incluso cuando no contaban con los medios de comunicación de masas para replicarse, y se difundían con el boca a boca. Pero fue en las redes sociales, y rebautizados como fake news, donde encontraron el ambiente más propicio para nacer, crecer y multiplicarse. Y la pandemia por coronavirus​, con más gente asomada a esas redes y durante más tiempo, los ha potenciado muchísimo acelerando y ampliando su difusión. 

Pero, ¿por qué los creemos? ¿Cómo actúa nuestra mente para que seamos más o menos permeables a los datos falsos? ¿Por qué “nos tragamos” unos y a otros no les damos importancia?

“Estamos muy advertidos de que este fenómeno existe y de que aprovecha periodos de incertidumbre, de calamidad o de preocupación social para encontrar el hueco, para expandirse y ser más incontrolable y dañino; pero no por estar advertidos dejamos de picar”, afirma Rafael San Román, psicólogo de la plataforma Ifeel.

Beatriz Fagundo, doctora en neurociencia cognitiva, asegura que tiene mucho que ver con la forma de funcionar de nuestro cerebro y con una serie de sesgos cognitivos que alteran nuestro juicio, aunque también influyen cuestiones de personalidad o el estado emocional en que nos encontremos.

En este sentido, San Román subraya que en situaciones de tensión y preocupación como las actuales las personas somos más susceptibles, hay más cosas que nos resultan amenazantes, estamos a la expectativa y nos volvemos más reactivos y más hiper vigilantes, “y eso nos hace detectar lo que hay pero, si no estamos muy afinados, también lo que no hay, y se nos cuelan muchos falsos positivos, le damos credibilidad a ciertas noticias que no son reales porque sesgamos mucho nuestro procesamiento de la información”.

Con todo, en las mismas circunstancias unas personas pueden ver el truco y notar rápidamente que se trata de una burda invención o una mentira intencionada, y otros aceptarlo como verosímil y contribuir a su difusión. Y no siempre tiene que ver con que sean más o menos desconfiadas, más o menos críticas o más o menos inteligentes o formadas (aunque estos aspectos también influyen).