Ejercicio como tratamiento para la depresión mayor

La depresión mayor es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial y su tratamiento tradicional se basa en psicoterapia y fármacos antidepresivos. Sin embargo, en las últimas décadas ha crecido el interés por el ejercicio físico como estrategia terapéutica, dada su accesibilidad, beneficios para la salud general y potencial efecto antidepresivo. Este estudio evaluó la dosis y modalidad óptimas de ejercicio para tratar la depresión mayor en comparación con psicoterapia, medicación y controles.

Se realizó una revisión sistemática y metaanálisis en red (Bayesiano, multinivel) a partir de bases de datos internacionales (Cochrane, Medline, Embase, SPORTDiscus, PsycINFO). Se incluyeron 218 ensayos aleatorizados con 14,170 participantes diagnosticados con depresión mayor. Se analizaron 495 brazos de tratamiento, codificando modalidad, intensidad, aceptabilidad y riesgo de sesgo. La calidad de la evidencia se evaluó con la herramienta CINeMA.

El ejercicio redujo de manera significativa los síntomas depresivos frente a controles activos. Las mayores reducciones se observaron en caminar o trotar (Hedges’ g -0.62), yoga (-0.55), entrenamiento de fuerza (-0.49), ejercicio aeróbico combinado (-0.43) y tai chi/qigong (-0.42). Los efectos fueron proporcionales a la intensidad prescrita, siendo yoga y fuerza los mejor tolerados. Los beneficios se mantuvieron en personas con y sin comorbilidades, y con diferentes niveles de depresión basal. No obstante, el nivel de confianza de la evidencia fue bajo o muy bajo debido al riesgo de sesgo en los estudios.

El ejercicio constituye una alternativa eficaz y bien aceptada para el tratamiento de la depresión mayor, con resultados clínicamente relevantes en modalidades como caminar/trotar, yoga y entrenamiento de fuerza, especialmente cuando se prescriben con intensidad adecuada. Dada su seguridad y beneficios adicionales, el ejercicio debería considerarse un tratamiento central junto con psicoterapia y antidepresivos. Futuras investigaciones deberán mejorar el rigor metodológico y explorar estrategias de cegamiento para reducir sesgos de expectativa.