Nutrición Infantil - Publicado el 11 de julio de 2025
Nutrición, microbiota intestinal y desarrollo cerebral

Los primeros años de vida, especialmente los primeros mil días, son críticos para el desarrollo cerebral, con procesos como la sinaptogénesis y la mielinización ocurriendo a gran velocidad. La nutrición adecuada en esta etapa no solo proporciona los nutrientes necesarios para formar estructuras cerebrales, sino que también actúa como regulador epigenético. Deficiencias nutricionales prenatales o postnatales pueden alterar el neurodesarrollo, aumentando el riesgo de trastornos cognitivos y conductuales. A la par, la microbiota intestinal influye en procesos neurológicos claves como la neurogénesis, la activación microglial y la integridad de la barrera hematoencefálica.
Este artículo de revisión integra hallazgos de estudios preclínicos, ensayos clínicos y estudios epidemiológicos. Se analizan múltiples factores como patrones dietéticos, nutrientes específicos (omega-3, vitaminas, minerales), microbiota intestinal y su comunicación bidireccional con el sistema nervioso central a través del eje intestino-cerebro. También se exploran intervenciones como el uso de dietas específicas (como la dieta mediterránea y cetogénica) y compuestos bioactivos (sulforafano, polifenoles, isoflavonas) sobre funciones cognitivas y trastornos como TDAH, TEA, ansiedad y depresión.
La dieta en etapas tempranas impacta directamente la composición y diversidad de la microbiota, influyendo en metabolitos clave como ácidos grasos de cadena corta y neurotransmisores. Dietas saludables (ricas en fibra, grasas saludables y antioxidantes) promueven eubiosis intestinal y están asociadas a mejor desempeño cognitivo y menor prevalencia de trastornos del neurodesarrollo. Por el contrario, patrones alimentarios como la dieta alta en grasas o deficiencias de nutrientes esenciales como hierro, zinc o ácidos grasos omega-3 se asocian a disbiosis, neuroinflamación y mayor riesgo de TEA, TDAH y ansiedad. Intervenciones con compuestos como sulforafano, curcumina y flavonoides muestran efectos positivos en modelos animales y algunos estudios clínicos, mejorando memoria, conducta social y reduciendo marcadores inflamatorios. Asimismo, el estado nutricional materno (deficiencia o exceso) impacta directamente la neurogénesis fetal, con consecuencias estructurales y funcionales a largo plazo en el cerebro del niño.
La interacción entre nutrición temprana, microbiota intestinal y desarrollo cerebral es clave para la salud mental infantil. Patrones alimentarios saludables y una microbiota equilibrada pueden favorecer la neuroplasticidad, prevenir trastornos conductuales y optimizar la función cognitiva. Aunque la evidencia es prometedora, aún se requieren estudios longitudinales y mecanismos más definidos para establecer guías nutricionales que integren microbiota, neurodesarrollo y salud conductual en pediatría. Adoptar un enfoque integral desde el embarazo puede ser decisivo para una salud cerebral óptima a lo largo de la vida.
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Fuente: Frontiers
Para más información: https://www.frontiersin.org/journals/nutrition/articles/10.3389/fnut.2025.1590172/full